miércoles, 28 de marzo de 2012

Bioética: ¿Debemos considerar éticamente correcta la inmortalidad?


Aunque parezca un hecho útopico,  propio de una película de ciencia ficción, el desarrollo de la ciencia y la medicina durante estos últimos años, está aproximando, cada vez más, un mundo en el que el envejecimiento y la muerte, dejen de ser inevitables. A primera vista, la idea de convertirse en inmortal quizás parezca atractiva. Sin embargo, la posibilidad de vivir en una sociedad en la que las personas no envejezcan y puedan seguir viviendo indefinidamente también plantea enormes dilemas éticos.


En la última conferencia internacional de ciencia, el Profesor John Harris, catedrático de Bioética de la Universidad de Manchester (Reino Unido), ha publicado un artículo en el que hace un  llamamiento a la comunidad científica sobre la necesidad de que se produzca un gran debate público para analizar las consecuencias, deseables e indeseables, que podría acarrear la creación de técnicas para acabar con el envejecimiento humano.


En su opinión, los avances que se han logrado en los últimos años sugieren que, en un futuro lejano, esta posibilidad va a existir.Lograr que la gente viva 150 o 200 años no es una perspectiva inmediata, pero sí un tema de especulación científica tras el descubrimiento de mecanismos celulares clave y el éxito en prolongar la vida de animales de laboratorio mediante manipulaciones genéticas. "Si tenemos el control de los genes y de la expresión genética, podemos controlar las cosas que están controladas por los genes, como las tasas de envejecimiento y de mortalidad", dice Michael R.Rose (Universidad de California en Irvine), que ha logrado alargar la vida de moscas del vinagre. Quizá aún falten muchas décadas para que la utopía científica de la inmortalidad se haga realidad, pero la sociedad debe prepararse para ello y debatir a fondo todas sus implicaciones éticas desde ahora mismo. Dado que este hecho presenta numerosos dilemas.


En primer lugar, existen riesgos muy graves de discriminación. Las técnicas contra el envejecimiento, si llegan a existir, sin duda serán muy caras y lo más probable es que sólo tengan acceso a ellas las clases medias y altas de los países más ricos. Por consiguiente, se podrían crear nuevas divisiones sociales terriblemente injustas entre personas mortales e inmortales.


Además, si la gente no envejeciera no podría producirse adecuadamente el relevo generacional. Habría personas con más de 100 años que seguirían teniendo capacidad para trabajar y no dejarían sitio para sus hijos y nietos. Esto supondría que, para asegurar el relevo de nuevas generaciones, quizá tendrían que tomarse medidas radicales: por ejemplo, se tendría que establecer por ley una edad máxima a la que podrían llegar los inmortales y después de la cual tendrían que someterse necesariamente a una eutanasia forzada.


Entre los teólogos, numerosos  cristianos consideran que retrasar la muerte significaría retrasar la unión con Dios, y los judíos sostiene que se debe hacer todo lo posible para prolongar la vida. Callahan, un famoso teólogo, afirma que la investigación sobre la prolongación de la vida es parte de una tendencia hacia la adjudicación equivocada de fondos, enfocada hacia la lucha contra la muerte y las enfermedades letales en lugar de aprender cómo cuidar de la gente al final de su vida.


2 comentarios:

  1. No es ninguna tontería, Frank. J. Tipler, profesor en la Universidad de Tulane, que tiene por la red alguna entrevista con Punset, llega a decir que en el futuro podremos resucitar a los muertos y convertirnos en dioses.

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