lunes, 11 de junio de 2012

¿Hasta dónde debe llegar el estado?

Desde la aparición de los primeros estados hasta la actualidad, se han desarrollado múltiples y diversas formas de determinar cuál es la función del estado y hasta dónde debe llegar su control sobre la sociedad.
En esta disertación expondré mi opinión acerca de cómo y hasta dónde el estado debe interceder en nuestras vidas, tanto privadas como en sociedad.


Considero que la función del estado, además de la de salvaguardar la seguridad de los ciudadanos que en él viven, es la de velar por la igualdad de libertad y de oportunidades de todos sus miembros. 


Es evidente que la sociedad hace que algunos miembros de ésta tengan una mejor situación económica que otros, esto produce una desigualdad social que se va acrecentando, dado que los que cuentan con más riquezas tienen más posibilidades y oportunidades que el resto. Además de las económicas, también hay desigualdades en las capacidades y en las dotaciones, los individuos con mejores cualidades se impondrán por encima del resto.


En mi opinión, el estado debería interceder en esta situación creando leyes y medidas que favorezcan a las personas con dificultades económicas y genéticas para que puedan aspirar a la misma libertad y a las mismas posibilidades de crecer y autorrealizarse en la vida.


Aunque también opino que las facilidades no deben ser concedidas así como así. Los individuos a los que se les ofrezcan deben demostrar una predisposición por el esfuerzo y el trabajo. Sería muy injusto que una persona que se esfuerze por alcanzar una buena posición social estuviese en igualdad de condiciones con otra persona que no se esfuerce, ni se sacrifique por conseguirlo.


El problema esta en que, las personas que tienen la capacidad de tomar la decisión de crear estas medidas son las más favorecidas por la sociedad, con lo cuál esta situación  sería muy dificíl de conseguir, dado que cada uno mira instintivamente por su propio interés dejando en un segundo plano criterios de justicia e igualdad.

martes, 29 de mayo de 2012

Hobbes vs. Rousseau





Todos los seres humanos buscan y necesitan un bien común, el estado de bienestar. Esto es un estado que asegura la protección social,es decir, que busca, respeta, protege y salvaguarda derechos de los hombres.
En este post voy a presentar dos posturas diferentes acerca de como alcanzar el estado de bienestar social. Son dos puntos de vista bastante contrapuestos: el de Hobbes y el de Rousseau. Al final, daré mi opinión personal sobre el tema.


Thomas Hobbes: 
 El filósofo inglés  sostuvó que el hombre en estado natural es un peligro para él mismo. Sus pasiones le dominan, y no su lado racional. En tal estado, habría una tensión constante, estado de guerra de todos contra todos, lo llamará Hobbes. El hombre se convertirá  en un “lobo para el hombre” (homo homini lupus) y a la vida será asquerosa, brutal y corta. 
Para arreglar esta terrible situación considera que los seres humanos deben de hacer un pacto.El pacto que deberían de acordar todos los hombres,  consistiría en transferir parte de sus derechos a un poder común, el Estado, que se encargará de salvaguardar su seguridad y hacer respetar unas determinadas normas. Sólo si el gobernante deja de proporcionar a los ciudadanos la protección para la que fue designado, los ciudadanos pueden declarar nulo el pacto (en esto se basa su obra "Leviatán").


J.J. Rousseau: 
Rousseau al contrario que Hobbes, parte de una concepción muy optimista del ser humano. Según Rousseau, el hombre es bueno y generoso por naturaleza, y es la sociedad es la culpable de su corrupción. Además ha mimado su libertad y su moralidad. A pesar de esta visión negativa de la vida en sociedad, Rousseau expone que es imposible volver  al estado de naturaleza, pero si que podemos  mejorar la sociedad, con el fin de la regeneración moral de los hombres, mediante la creación de un contrato social.
Este contrato social tiene como base la "voluntad general", todos los hombres desde su plena libertad renuncian a parte de sus privilegios por el bien común. Los gobernantes renunciarán a sus propios intereses para satisfacer los comunes. En el momento en el que alguien ante ponga sus propios intereses a los del resto, el pacto se romperá. Rousseau planta las bases del estado igualitario y de las ideas socialistas y comunistas. Enuncia que la propiedad privada es una robo y la fuente de desigualdades dentre de la sociedad.




Estoy a favor de la teoría de Rousseau, considero que su teoría es una perfecta instrución del buen actuar en sociedad, de como manejar nuestros derechos y deberes para llegar a un fin común beneficioso para todos. Sin embargo, creo que en la actualidad parece que se hubiera olvidado algunas partes de este Contrato Social, porque todos los días vemos violaciones de los derechos que como hombres nos corresponde, y que a veces hay hechos donde la ley es nula porque todo queda en la impunidad.

sábado, 28 de abril de 2012

Nietzsche y sus interpretaciones


Mucho se ha especulado sobre la ideología que Nietzsche promovía. El nazismo se estimaba heredero de su pensamiento. Hitler y Mussiolini se le creían sus discípulos intelectuales. El marxismo también le consideraba un precursor de fascismo, pensaban que el filósofo se había anticipado visionariamente creando una idea indispensable para el expansionismo alemán que tendría lugar en el siglo XX . El carácter nacional-socialista de su hermana quizás, promovió más esta interpretación.


Sin embargo, las interpretaciones actuales de su obra destacan su aversión por la autoridad. Lo ven como a alguien con ansia de emancipación individual y de la auto-creacion. Muchos creen que su obra es considerada como el intento de deconstruir los fundamentos del autoritarismo.


Eso conduce a preguntarnos si realmente es o no es un fascista. 


Si hacemos una interpretación literal de su obra podemos encontrar algunas coincidencias entre las ideas de Nietzsche y las de los Nazis. Sin embargo, también en Nietzsche hay afirmaciones, como la que hace sobre la mentira del Estado, que lo acercan al anti-autoritarismo. Por todo esto, podríamos decir que Nietzsche tiene ideas en común con los anarquistas. 


En mi opinión, las dos teorías tienen parte de verdad. En Nietzsche hay una tensión no resuelta entre autoritarismo y anti-autoritarismo.El anarquismo es el contrapeso que evita que predomine el fascismo. En otras palabras, la lectura fascista de Nietzsche tiene que convivir con sus afirmaciones anti-autoritarias. Mientras, la lectura anti-autoritaria tiene que convivir con sus afirmaciones autoritarias. Resulta contradictorio que defienda componentes de ideas tan opuestas, siendo estás antagonistas pero en eso recae gran parte del atractivo de su obra. Creo que no hay forma de resolver la contradicción entre esas dos perspectivas. Por eso, de Nietzsche no podemos extraer una ideología. Nietzsche es un pensador contradictorio y su obra demasiado paradójica para reducirla a una ideología.


Nietzsche es un pensador poderoso no porque nos diga lo que debemos hacer. No nos brinda recetas. Nos ayuda a aprender las facultades que necesitaremos para evitar caer en las trampas ideológicas y, sobre todo, para, como decía el propio Nietzsche, ‘vivir peligrosamente’, es decir, poder seguir nuestro propio camino.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Bioética: ¿Debemos considerar éticamente correcta la inmortalidad?


Aunque parezca un hecho útopico,  propio de una película de ciencia ficción, el desarrollo de la ciencia y la medicina durante estos últimos años, está aproximando, cada vez más, un mundo en el que el envejecimiento y la muerte, dejen de ser inevitables. A primera vista, la idea de convertirse en inmortal quizás parezca atractiva. Sin embargo, la posibilidad de vivir en una sociedad en la que las personas no envejezcan y puedan seguir viviendo indefinidamente también plantea enormes dilemas éticos.


En la última conferencia internacional de ciencia, el Profesor John Harris, catedrático de Bioética de la Universidad de Manchester (Reino Unido), ha publicado un artículo en el que hace un  llamamiento a la comunidad científica sobre la necesidad de que se produzca un gran debate público para analizar las consecuencias, deseables e indeseables, que podría acarrear la creación de técnicas para acabar con el envejecimiento humano.


En su opinión, los avances que se han logrado en los últimos años sugieren que, en un futuro lejano, esta posibilidad va a existir.Lograr que la gente viva 150 o 200 años no es una perspectiva inmediata, pero sí un tema de especulación científica tras el descubrimiento de mecanismos celulares clave y el éxito en prolongar la vida de animales de laboratorio mediante manipulaciones genéticas. "Si tenemos el control de los genes y de la expresión genética, podemos controlar las cosas que están controladas por los genes, como las tasas de envejecimiento y de mortalidad", dice Michael R.Rose (Universidad de California en Irvine), que ha logrado alargar la vida de moscas del vinagre. Quizá aún falten muchas décadas para que la utopía científica de la inmortalidad se haga realidad, pero la sociedad debe prepararse para ello y debatir a fondo todas sus implicaciones éticas desde ahora mismo. Dado que este hecho presenta numerosos dilemas.


En primer lugar, existen riesgos muy graves de discriminación. Las técnicas contra el envejecimiento, si llegan a existir, sin duda serán muy caras y lo más probable es que sólo tengan acceso a ellas las clases medias y altas de los países más ricos. Por consiguiente, se podrían crear nuevas divisiones sociales terriblemente injustas entre personas mortales e inmortales.


Además, si la gente no envejeciera no podría producirse adecuadamente el relevo generacional. Habría personas con más de 100 años que seguirían teniendo capacidad para trabajar y no dejarían sitio para sus hijos y nietos. Esto supondría que, para asegurar el relevo de nuevas generaciones, quizá tendrían que tomarse medidas radicales: por ejemplo, se tendría que establecer por ley una edad máxima a la que podrían llegar los inmortales y después de la cual tendrían que someterse necesariamente a una eutanasia forzada.


Entre los teólogos, numerosos  cristianos consideran que retrasar la muerte significaría retrasar la unión con Dios, y los judíos sostiene que se debe hacer todo lo posible para prolongar la vida. Callahan, un famoso teólogo, afirma que la investigación sobre la prolongación de la vida es parte de una tendencia hacia la adjudicación equivocada de fondos, enfocada hacia la lucha contra la muerte y las enfermedades letales en lugar de aprender cómo cuidar de la gente al final de su vida.